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sábado, 27 de abril del 2024
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OBJETOS Y ESPACIOS DE VIDA COTIDIANA
©Alberto Santana / Josu Tellarbide

La cocina y el zaguán constituyen un único espacio en el que se realizan además de las diferentes tareas propias de la cocina, ya descritas, otras referidas a la elaboración del lino liñoa y la lana artillea, materias que proceden del propio caserío. Ahí se encuentra la agramadera de pies altos karba que sirve para partir la caña del lino y soltar su fibra interna, y era habitual en los caseríos del Goiherri del siglo XVII, a diferencia de la agramadera de tijera manual zuatza o liñutrangea que en aquella época aun era la más propia de los ambientes urbanos, como Tolosa. Están también la carda garramea o txarrantxa para trabajarlo, la espada ezpata de madera, y la devanadera arilkaie. En cuanto a la lana se refiere, hay diversos instrumentos tales como el huso, ardatza y carrete txarabilla...


Alacenas empotradas
Alacenas empotradas con anaqueles de madera, el único armario existente en los antiguos caseríos.
© Xabi Otero

También en el zaguán se encuentra el tambor de la colada lixibea egosteko tiñea que consiste en un tronco vaciado de castaño en donde se introduce la ropa para lavarla junto con ceniza, plantas de buen olor y agua hirviendo. El agua se recoge en una base circular de piedra arenisca tiña arrie con reborde tallado para evitar que rebose y pico de desague delantero.


De la cocina se accede a las habitaciones a través de un amplio espacio transitoa en el que se sitúa el telar euntegie así como un arca de madera gazikutxea donde se conservan las carnes en salazón. El telar de pedales, de armazón rectangular y bastidor basculante, debió de estar presente en casi todos los caseríos de la comarca en el pasado. En Ezkioga no se ha conservado ninguno, aunque hasta principios del siglo XX aun eran utilizados por los caseríos Txatxe, Pagoaga, Iribarren Txiki, Kapotegi y Goikoetxe.


Lo que sí se ha conservado en muchas ocasiones, y también en Igartubeiti, es la huella de la urdidera, el lugar en el que se preparaba la urdimbre de hilo que luego era trasladada al telar para tejer con ella la trama de hilos transversales mediante el paso de la lanzadera. Esta urdidera, apenas perceptible, se encuentra en el soportal y estaba formada por dos de los postes estructurales de la casa en los que se habían introducido sendas filas verticales de clavijas de madera, pequeñas clavijas separadas entre sí por una distancia de 11cms. La urdimbre se formaba cruzando el hilo de un poste a otro y haciéndolo pasar en torno a esas clavijas.

En el lugar en el que presumiblemente estuvo situado el telar, que en el siglo XVI había sido planeado como único dormitorio de toda la casa, se elaboran también, en el siglo XVII los quesos, por lo que ahí se encuentran recipientes de madera kaikue que sirven para el ordeño de ovejas y de vacas, la batidora malatxa hecha con una rama natural de acebo, escurridores txurka, y diversos moldes para quesos gatzagi-ontziak o zimitzak. Una balda o repisa cuelga del techo y es donde se guardan los quesos para su curación. Como prolongación de esta actividad de aprovechamiento de los productos de la ganadería pueden verse también las tijeras de esquilar y una cuerda de tipo tradicional trenzada con crin de caballo zurdea.


Cántaro utilizado para el transporte de agua
Cántaro utilizado para el transporte de agua.
© Xabi Otero

De la cocina se accede a la primera habitación o alcoba, que es la principal, donde duermen los dueños de la casa. Bajo el suelo de tablas de madera, debajo de donde solía estar una de las camas, hay dos cajones de madera enterrados en un hoyo zulo que sirvieron para guardar objetos o alimentos valiosos y preservarlos de posibles robos. En esta misma habitación hay una cama con dosel y colgaduras y otra llana, de tipo simple, ambas con sus colchones y ropa de cama y de vestir. Las camas tienen somier de red de cuerda sobre los que se colocan uno o varios jergones lastaia superpuestos, rellenos de paja, helecho o, más tardiamente, de chala, la hoja de la panocha de maíz arta maluta. Sobre estos jergones inferiores se coloca cuando es posible el verdadero colchón de lana. Toda la ropa de cama es de lino de la tierra, tanto las sábanas izarak, como la funda de edredón oazala y la funda de almohada burukoazala, éstas dos piezas externas bordadas con hilo de algodón o de seda en uno de sus laterales libres. El relleno del edredón es de plumón de ave de corral, y el de la almohada de lana. El edredón, al que se denominaba tradicionalmente "plumeón", era muy habitual en las casas de los labradores, en las que sólo a principios del siglo XIX comenzaron a introducirse las mantas de lana castellanas. A los niños se les enseñaba desde su infancia a recoger y guardar el plumón de las aves, evitando las molestas plumas de caña dura, y a introducirlo descosiendo el borde del edredón tan pronto como reunían una buena cantidad del mismo. En esta habitación también hay una pequeña arca de madera y un candil, así como un armario empotrado en el muro.


Herrada y balde
Herrada y balde
© Xabi Otero

Las diversas armas pertenecientes a los habitantes de la casa (venablo, ballesta, espadas con sus vainas y correajes, daga, arcabuz, alabarda, frascos de pólvora, cebador y plomo para munición...) se guardan en esta habitación principal. El armamento personal, al margen de su posible utilidad para la caza o la defensa, constituía un distintivo social tan relevante o más que el vestuario, así como una señal de libertad individual. Cuando los jóvenes labradores de Ezkioga contraían matrimonio en el siglo XVII tenían a gala subrayar que se presentarían en su nueva casa "vestido y arreado de armas como hijodalgo" y periódicamente desfilaban desde la iglesia del valle, la de Santa Lucía, hasta la parroquia alta de San Miguel. Así, por ejemplo, en el alarde organizado en 1613 se alistaron 23 vecinos con su propio arcabuz, provistos de sus frascos, mecha y plomo, y ciñendo al mismo tiempo espada y daga a la cintura. A ellos se sumaron dos vecinos

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